El último día hábil de cada mes se lleva a cabo el pago de la cuota de autónomos en el Estado español. Esta cuota oscila entre los 230€ y los 500€, en función de los ingresos mensuales de cada trabajador autónomo. Además, los autónomos también deben pagar el IVA y el IRPF correspondiente (este dependiendo de lo facturado). Este sector de la población activa en nuestro país representa cerca del 16%, y está siendo atacado injustificadamente.
La sociedad española, desde tiempos de los Reyes Católicos, siempre ha mirado con malos ojos a aquellas personas que tenían pequeños comercios o talleres (la expulsión de los judíos, que acaparaban la gran mayoría de los oficios comerciales de la época). Desde los más pequeños como un fontanero, un taxista o un herrero, hasta los más grandes como los señores Ortega o Roig, son atacados por ser, en mayor o menor medida, unos “capitalistas despiadados” que explotan a sus trabajadores y les quitan la riqueza que generan con el sudor de su frente. En resumidas cuentas, España es un país donde se ataca el emprendimiento y se penaliza la creación de riqueza.
Pero mi ensayo va a ir dedicado a los autónomos: esos valientes trabajadores que, a pesar de la situación en la que se encuentran, se siguen levantando todas las mañanas, incluso en días festivos, para poder trabajar y satisfacer las necesidades de su demanda, haciendo jornadas de 10 o 12 horas si fuera necesario. Son valientes porque los procesos, papeles y permisos que hay que tramitar para poder empezar un negocio son lentos, excesivos y en muchas ocasiones no llegan a tener sentido alguno. Por si esto nos pareciera poco, en nuestro país existe un impuesto específico para estos que les ahoga y no les permite crecer.
Para ver que la presión fiscal es excesiva sobre estos trabajadores, veamos cuánto tendría que pagar un autónomo si este facturase al mes la cantidad equivalente al SMI vigente a 1 de enero de 2023 (1000€):
- Facturación: 1000€
- Impuesto sobre el valor añadido (IVA): -210€
- IRPF: -150€
- Cuota de autónomos -275€
- Ingreso neto del autónomo: 365€
La cantidad que le queda al autónomo que factura lo correspondiente al SMI es de 365€. Esa es la cantidad de dinero que gana al mes un trabajador autónomo con esas características, pero recordemos que tiene una hipoteca o un alquiler que pagar. Además, tiene que pagar los suministros básicos de luz y agua, el mantenimiento de su negocio y alimentarse a él mismo y a su familia (si tuviera). Esta es la realidad del autónomo español.
La situación que viven estos trabajadores es indignante, pero esto parece no importarles a aquellos que se preocupan, o dicen hacerlo, por la clase trabajadora. Esos mismos que reivindican y toman las calles en favor de unas mejores condiciones laborales y económicas de los trabajadores, son los que abusan de estos de una manera desmesurada robándoles el dinero que tanto sudan en nombre del Estado de “bienestar”. Es aberrante que un pequeño (aunque cada vez más grande) grupo de personas se enriquezcan mediante confiscar de manera arbitraria el dinero a aquellos a los que les pertenece. Esta cuota que se debe pagar todos los meses es inmoral, antisolidaria meramente ideológica, carece de sentido económico y perjudica a los más pobres.
El análisis económico que podemos hacer se puede prever a simple vista y no hace falta tener ningún Doctorado en Economía para poder intuirlo. Esta situación en la que los autónomos están tan presionados fiscalmente hace que tengan que centrar todos sus esfuerzos en subsistir, de la manera en que puedan, con el poco dinero que les queda después de pagar los impuestos. Esto hace que el ahorro de los trabajadores autónomos sea muy precario, lo que les incapacita invertir en capital para poder mejorar su productividad y su eficiencia, que se puede traducir en trabajar lo mismo y producir más o trabajar menos y producir lo mismo. La calidad del empleo, ya no solo de los autónomos, sino en general, depende del volumen de patrimonio y del capital bien invertido por los propietarios y puesto a disposición de los trabajadores para que dispongan cada vez de maquinaria e instalaciones más eficientes y seguras.
Habiendo analizado el impacto que tiene el abuso de esta cuota sobre los autónomos, me surge una pregunta: ¿hay alguien que siga a favor de este gravamen hacia estos trabajadores? Pues la triste respuesta es que sí: en agosto de 2022 se llevó a cabo una votación en el Congreso de los Diputados con el fin de tramitar la reforma a la actual cuota de autónomos, la cual salió adelante con una apabullante mayoría.
¿Qué nos quiere decir esto? La interpretación que obtenemos es que nuestra Cámara Alta está de acuerdo en seguir extorsionando y persiguiendo a los autónomos. Una “caza de brujas” al más puro estilo medieval donde si no “contribuyes” te verás sumergido en un problema bastante grave, y serás tildado como antisolidario, avaricioso y enemigo público por no contribuir al Estado de “bienestar”. En este caso se trata de los autónomos, pero los propietarios de PYMES, empresas más grandes y los propios trabajadores sufren este acoso en nombre de la solidaridad a costa de quitarles lo que honradamente se han ganado.
Es hora de darse cuenta de que la mala situación de los trabajadores autónomos (y de todos los trabajadores) en España no es solo fruto de la inflación que estamos viviendo, más bien es una pequeña parte del problema. El foco de atención debe de estar en las Cortes, que son quienes hacen políticas demagógicas y perjudiciales para nuestra sociedad y nuestra economía, generando así división, confrontación y crispación entre los ciudadanos. Son ellos quienes ahogan y persiguen a las clases empresariales y trabajadoras mientras ellos tienen sueldos desorbitados y gastan nuestro dinero de manera irracional, despótica y absurda. Por eso es momento de crear unión y abogar, desde el orden y el diálogo, por una economía más libre, donde las condiciones de todos puedan prosperar y todos podamos vivir dignamente.
Estudiante de Economía en la URJC. Manchego, liberal-libertario convencido y comprometido con la causa de la libertad política, social y económica